Miles de razones hacen de enero el mes más especial del año: inicio de un nuevo lapso de vida, de sueños por cumplir, entre muchos hechos realidad, gracias a un aniversario más en que la justicia y la equidad bajó de las montañas e iluminó el llano también irredento y agradecido.
Pero también lo hace único otra página de la historia, otro aniversario más del natalicio del autor intelectual del Moncada, luz y alborada de la época de cambio, regalada por los que no lo dejaron morir en el año de su centenario.
El 28 de Enero de 1853 nacería José Martí, el apóstol de la independencia, un hombre de todos los tiempos.
Su figura y su proyección son tan grandes, que no solo es el ideólogo de una soñada república con todos y para el bien de todos, es el ejemplo de cada valor que debe adornar al hombre: antimperialista, antiesclavista, antirracista, independentista.
Él es vocero además de los ideales y los propósitos de nuestras dolorosas republicas de América, como le llamo a ese espacio geográfico que va desde el rio Bravo hasta la Patagonia, donde conviven el indígena, el africano y el mestizo, junto al criollo y al europeo.
Martí es igualmente referente de altruismo y su noción de que Patria es Humanidad, lo proyecta sin manchas ni sombras hacia el futuro , mientras nos acompaña con su eterna contemporaneidad en las batallas interminables que nos han tocado librar para poder ser dueños absolutos de la dignidad, la libertad y el decoro que por el aprendimos a valorar y a defender. (IVP)
