Algunas semanas nos separan del fin de este curso 2022- 2023 y por estos días, se escucha hablar de evaluaciones escritas, seminarios, trabajos prácticos, de familias y docentes enfocados en lograr buenos resultados en los educandos y de planes para el nuevo período lectivo.
Al decir de los propios directivos del Ministerio de Educación, este fue un curso apretado, consecuencia que dejó el triste período pandémico que vivió Cuba. Por tal razón, queda en algunos la sensación de que todo va más a prisa o de que el tiempo se hace corto para prepararse en alguna materia.
Por si fuera poco, el municipio no cuenta con la cantidad necesaria de docentes y durante el curso se tomó la estrategia de cubrir esa necesidad con profesionales contratados.
Quienes están hoy en las aulas saben que no es lo mismo tener un maestro a tiempo completo, al que le puedes consultar las dudas, a tener un profesor que da su turno de clases y sale a cubrir otra labor. Aunque, aclaro, se le agradece sobremanera el esfuerzo.
Fue un curso marcado por la contingencia energética, clases hasta el mediodía, sesiones de la tarde, reorganización de los estudiantes de la escuela especial por afectaciones del transporte y otros retos que marcaron una etapa difícil para padres y maestros.
Sin embargo, el comentario va también dirigido a la importancia de aprovechar el tiempo de escuela que nos queda. Caminando por el pueblo veo estudiantes en horario de clases circulando, con uniforme todavía puesto, como si ya todo hubiese terminado.
Algunos, aún conscientes de sus dificultades académicas, o sin considerar la importancia para su futuro, se ausentan de la escuela sin justificación, sin conocimiento de sus padres, o deciden no asistir a la sesión de la tarde. Atentos todos pues los muchachos y muchachas son responsabilidad de los maestros y de la familia.
Es época complicada, de estar al tanto de esas guías de estudio que están por venir, a los campamentos de repaso que se planifican en cada plantel, a las clases de sistematización que imparten nuestros maestros. Si desde el principio todo empeño de estudiar es importante, ahora, en la recta final, gana un plus.
No es momento para acomodarse ni la familia, ni la escuela, ni los alumnos. Memorizar con tiempo, ejercitar, poner en práctica las habilidades creadas desde cada asignatura y consolidar en cada clase o estudio independiente los contenidos aprendidos son una garantía para que no exista lugar al fraude, ni alumnos suspensos, o profesionales no preparados en el futuro.
Pensemos que el tiempo apremia y dejar para mañana lo que se puede estudiar hoy puede tornarse riesgoso. (IVP)