«Esta Revolución es la Revolución de nuestro pueblo; es la Revolución de nuestros jóvenes; es la Revolución de nuestros estudiantes. Juntos la hicimos. Juntos la defendemos. Somos la misma cosa y no podemos dejar jamás de serlo», así expresó Fidel en el discurso pronunciado en 1991, en ocasión de los aniversarios de la Unión de Jóvenes Comunistas y de la Organización de Pioneros José Martí.
Y así lo vemos a diario con su paso agigantado caminando junto a su pueblo, al lado de cada niño que marcha hacia la escuela uniformado, al lado de cada joven que se forma en los diferentes centros de enseñanza defendiendo la obra que el forjó y defendió.
En la educación está uno de los pilares más importantes que él logró desde el mismo instante en que dejó escuchar su alegato de autodefensa La Historia me absolverá. Esa es una de las fortalezas que defendemos porque en ella se reflejan los sueños de cada cubano de convertirse en profesional, sin costo alguno.
Hoy miles de jóvenes miran al futuro con la esperanza de tocar sus utopías, a pesar de los grandes retos que nos impone el destino, pero el pueblo resiste y resistirá hasta conseguir mejoras sociales que permitan mirar con optimismo y tocar el progreso soñado.
Son incuestionables los programas educacionales que el líder de la Revolución Cubana creó para formar hombres de bien, defensores de la verdad y la justicia, de los valores que nos distinguen, por eso derrochamos solidaridad y tendemos puentes de amor que dicen mucho del legado de quien vivió pensando siempre en los más necesitados.
Ese fue el ejemplo que nos inculcó y que los jóvenes hoy enarbolan. Su humanismo contagia a multitudes y encuentra seguidores en todas las latitudes del mundo.