Leía en las redes a propósito del Día Internacional de la Medicina Latinoamericana una pregunta de una usuaria que decía en Facebook “¿Ser médico tiene “flow”?
Respondiendo a esta interrogante diría que la medicina encierra tantos adjetivos que tienen ese respectivo “flow”.
Para comenzar ser médico es dejar de ser tú, va más allá de una simple profesión, encierra todo un estilo de vida. El convertirse en médico cambia la forma de vivir, de afrontar los problemas y mejora la relación con los demás a quien asume esta demandante labor.
El médico es un personaje público, se es médico en la guagua, en la panadería o en la playa, así lo verán y así lo reconocerán.
El médico, es un ente políglota, ya que no solo sabe de medicina, pues para sus pacientes no son simples médicos, la mayoría de las veces conocen de política, religión, deporte, literatura, artes escénicas y un largo etcétera.
Ser médico es pertenecer a una hermandad, no importa donde este, a donde vaya, ni a la hora que sea, si dos médicos se encuentran se saludarán, se invitarán a un café y conversarán durante horas sobre casos clínicos y tratamientos.
El médico es un ser en constante cambio, evoluciona junto a la ciencia que juró cuando comenzó ese largo camino. Muchas veces lo encontrarás leyendo un libro nuevo o investigando sobre tratamientos novedosos.
No se trata de ponerse una bata, recitar un par de conceptos y diagnosticar enfermedades. Es ese amigo que te consuela cuando ya no hay nada que hacer para salvar a un familiar querido, ese que acompaña el proceso del paciente.
Es saber cuándo ya no se puede hacer más, cuando llegó el momento de informarle a la familia que “hay que prepararse para lo peor” y seguir adelante porque hay más pacientes y más vidas que salvar.
Ser médico, y le respondo a esa usuaria de Facebook no sé si tenga “flow”, lo que sí sé que tiene de sobra es amor por la vida y respeto por la muerte. (IVP)