En el corazón de Boca de Jaruco, hay un lugar que desmiente el paso del tiempo. No con grandilocuencia, sino con el pulso constante de un cuidado amoroso. La escuela mixta Juan Manuel Márquez cumple diez años de reparada, pero su brillo no es el del material nuevo, sino el cálido resplandor de lo que se preserva con devoción.
Desde la verja, cualquier transeúnte puede verlo: la fachada impecable, un color que se renueva. No es un milagro de los recursos, sino un acto de voluntad. Es el primer indicio de que esta escuela es distinta.
Pero la verdadera crónica no está en lo que se ve, sino en cómo se mira. Se cuenta en los detalles que solo revelan una inspección cercana: el mobiliario, las persianas, los pasillos, todo es una galería de un orden sereno. Aquí reina un acuerdo tácito, un orgullo colectivo por mantener intacta la casa común, la de alumnos, maestros, padres y comunidad.
¿Quién es el artífice de este pequeño milagro cotidiano? No hay uno solo. La magia de la Juan Manuel Márquez reside en un nosotros inquebrantable. Son sus maestros, que no solo imparten clases sino que inculcan, con el ejemplo, el respeto por el espacio que habitan. Son los trabajadores de la limpieza y el mantenimiento, que no “leen instrucciones” para cuidar, los estudiantes y los padres, que actúan por instinto de cariño, preservando con la meticulosidad de quien acuna a un recién nacido.
Esta escuela es un ejemplo para Mayabeque y Cuba de las realizaciones de los sueños y los resultados del esfuerzo de su comunidad. Enhorabuena por este centro escolar que es una tacita de oro, llena de una belleza que inspira, este plantel fue sede de las actividades del inicio escolar en la provincia de Mayabeque. (rda)



