La nueva normalidad que vivimos implica ir asumiendo determinadas posiciones y acciones que enrumben hacia un escenario totalmente positivo en el futuro. Si me detengo en el aspecto colectivo e institucional, entonces hay que tener en cuenta que desde el punto de vista epidemiológico los riesgos están presentes.

 ¿Qué implica ese argumento? Corresponde al sistema sanitario reforzar las medidas higiénicas epidemiológicas, para evitar, primero, que no entre al centro de trabajo, a nuestras casas, algún conocido, vecino o familia, con catarro, síntomas febriles y bajo ritmo respiratorio. De suceder notificarlo de manera inmediata y así evitar la posible propagación de la enfermedad.

En esta nueva etapa de la epidemia, corresponde cumplir y llevar a vía de efecto cada una de las acciones establecidas, lo cual es perfectamente posible, porque tenemos un pueblo de alto nivel educacional, conocedor y emprendedor.

Añejas enseñanzas que usted conoce y yo también, dan cuenta de que cuando las cosas no se hacen bien, las consecuencias son lamentables. Las indisciplinas, la falta de organización, exigencia, vigilancia y control, son brechas por donde puede penetrar sin ser invitado, el coronavirus.

Para evitar que la pandemia nos corroa, el país ha invertido millones de pesos en los gastos de salud, una carga no esperada para el presupuesto estatal y tenemos que ser recíprocos con esos esfuerzos haciendo, como decía mi madre… las cosas como son y ya.

Es vital no montarnos en el carro de la dejes y hacer caso omiso  de las cifras que hoy promueven con fuerza telúrica a esta planeta, donde el número de muertos supera el millón de personas y más de 45 millones se reportan infestados.

Esas cifras nada tienen que ver con las nuestras, 128 fallecidos y cerca de 7 mil positivos, no obstante son números que preocupan, que tensan el contexto social, incluido el sufrimiento y la tristeza por aquellos  que el coronavirus nos arrebató.

La nueva normalidad implica asumir e implementar cada una de las medidas como  aspecto imprescindible  en el día a día, porque no se puede permitir que prolifere la confianza y nos pase como los troyanos, antiguos ciudadanos y guerreros seducidos por la novedad que implicó el gran corcel de madera, al que dejaron traspasar las fuertes murallas. Craso error, en ese mismo momento, deslumbrados por la majestuosidad del ingenio griego, firmaron su sentencia de muerte. (BSH)

Andy Duardo Martin

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