Los valores se inculcan desde la infancia.

Ideas, valores, convicciones; una triada importante para el actuar cotidiano. Todos tenemos metas, objetivos que cumplimos, pautas para proceder. Solo cuando el actuar cotidiano predomina ese conjunto de aspectos podemos decir que estamos convencidos de lo que hacemos.

Por eso, la posición intermedia, la de los valores, trasciende, es cuando nos apropiamos de los nutrientes necesarios para proceder en correspondencia con lo que nos enseñan y aprendemos.

Valores como: humildad, respeto, valentía, gratitud, perseverancia, solidaridad, lealtad, compromiso, justicia, bondad… figurarán en una lista que define a la sociedad en que vivimos. ¡Qué distinto sería el entorno donde radicamos si todos actuáramos teniendo como raíz estos valores!

Si eres madre, padre, hermano…debemos tener en cuenta que “Hay pequeños ojos sobre ti y te están mirando de noche y de día. Hay pequeños oídos que captan tu voz, las frases y ellos rápidamente repiten cada palabra que dices. Hay pequeñas manos deseosas de hacer todo lo que haces, una niña o niño que está soñando ser como tú eres algún día”.

Por eso, lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de inculcarles valores a nuestros hijos es ser cumplidores sistemáticos de la lista de valores a la que hice referencia hace unos instantes.

Si infantes y adolescentes nacen y se desarrollan en un ambiente donde predomina el egoísmo, el favoritismo, el irrespeto, la ingratitud, su proceder estará marcado por antivalores que muchas veces van acompañados del consumo de bebidas alcohólicas, de drogas porteras o no, de indisciplinas y acciones antisociales.

De ahí la trascendencia de mostrar calidez, apoyo y aliento a nuestros hijos; escuchemos con respeto sus ideas y sentimientos; tómate el tiempo para disfrutar de actividades junto ellos, accionar de manera conjunta en proyectos familiares.

Los valores que les inculcamos moldean su personalidad, su forma de ver y proceder en la vida. Por lo tanto, NO hay nada más ejemplificante que nuestras acciones, ellas valen más que cualquier cantidad de palabras, más aún, que el discurso del mejor orador existente sobre la faz de la tierra. Así de único e impostergable es ese punto medio entre ideas y convicciones: los valores.

Andy Duardo Martin

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