El Caracol Gigante Africano llegó para quedarse. Es un ente que visitó nuestro país y encontró las condiciones propicias para desarrollarse. No se trata de alarmarse ni hacer un caos de la situación sino de tomar las precauciones necesarias para evitar su proliferación.
Es una ironía de la naturaleza el riesgo encerrado en tan bella envoltura, pues no se puede negar la belleza de su colorido y lo llamativo de su tamaño. Esto complica aún más la situación. El cuidado debe ser extremo con los niños pequeños. La desinformación puede generar graves consecuencias. Se ha comprobado que se puede convivir con los ejemplares, aun así sigue peligrando la vida de los seres humanos.
Muchos no asumen el nivel de peligrosidad que enfrentan y continúan sin actuar adecuadamente. La principal alerta es no tocar el animal ni los huevos con las manos. En caso de sospechar de su presencia, se recomienda contactar con el personal de salud de los municipios para llevar a cabo el examen necesario que compruebe si es realmente el Caracol Gigante Africano.
No es una campaña de unos pocos, cada persona cuenta y es necesaria para lograr su control. En cada vivienda se deben llevar a cabo las medidas de precaución. Una vez detectados, se ponen en un recipiente con cal o sal hasta que mueran y luego se entierran en bolsas de nylon, siempre con guantes.
Es responsabilidad de todos. Si se cumplen las orientaciones se puede controlar su propagación y ganaremos la batalla.
El estado hace su parte con la divulgación en los medios. Variados spots televisivos se transmiten a diario por los canales nacionales. Las emisoras radiales también aportan su granito de arena y las entidades locales integran en sus planes de trabajo acciones encaminadas al control de este dañino caracol. (IVP)
Nathalie Martínez Camps
Periodista en Radio Mayabeque