Coleros, acaparadores y revendedores.

Un tema para nada nuevo acapara por estos días la atención de nuestros medios de prensa, en ese afán de ponderar la vocación de justicia social y la equidad que ha caracterizado siempre a la Revolución Cubana, se trata de ni más ni menos que el de las colas y los coleros.

Las primeras, inevitables, ante las carencias impuestas por el cruel bloqueo que hemos padecido, aplicado con todo el rigor y todo odio por un enemigo que a pesar de su descomunal fortaleza ve, en esta pequeña isla de la libertad algo que le resulta inexplicable.

Esta que casi por capricho quiere poner de rodillas contra viento y marea, sin tener en cuenta que somos la mar de obstinados y no por pura necedad, sino porque les mostramos a diario que como dijera nuestro Apóstol vamos siempre “Plan contra plan” y con inteligencia y nuestra mejor arma, la unidad, encontramos invariablemente la victoria.

A esto se suma nuestra incapacidad de producir más para ayudar a resolver las ingentes necesidades de productos básicos, ineficiencias que limitan el desarrollo armónico y suficiente del país, que nos hacen dependientes de las nocivas importaciones por donde se escapa, nuestra precaria economía, más aunen tiempos de pandemia global .

Los segundos, los coleros, una lacra nacida como el resultado de la propia escasés, quienes de manera oportunista medran con la necesidad ajena.

Para la solución del problema, se piensa en el accionar de la policía y otros actores, quienes investidos de cierta autoridad, los consideramos como única fuerza de choque para combatirlos.

Así como muchas veces, perdemos el fijador, también olvidamos la histórica convocatoria que hiciera nuestro presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, a Pensar como país, de hace alrededor de un año.

Aunque unos pocos desconozcan el concepto y actúen con una mentalidad egoísta que nada tiene que ver con los valores que se ha pretendido fomentar y acaparen y violenten a sus compatriotas con los abusivos precios de las reventas, la mayoría necesitaría recordar la frase hasta el cansancio.

Hoy más que nunca debería ser en un credo, porque pensar en todos por el bien de todos, juntos, tiene una fuerza moral más infranqueable que todo el poder del orden público puesto en función, no del viejo tema de las colas, que ya forma parte de nuestra idiosincrasia, pero si con el fin de parar en seco la iniquidad de los coleros . (BSH)

Olga Lidia Gómez Ramos

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