Pocas son las familias en Melena del Sur en cuya descendencia no esté la ciencia y el arte de Manuel Seijas López, quien perdió su nombre completo para convertirse sencillamente en Manolo, el ginecólogo.
Aunque múltiples dolencias, asociadas a su diabetes, interrumpieron su intensa vida profesional, su mente lúcida y su acendrada picardía acompañan a todos los que se detienen a diario en su portal.
Una pregunta se impone: ¿médico o locutor?
“Desde que era pequeño tuve la idea de ser locutor. Esa era la carrera que me gustaba y empecé a estudiar en la escuela de locución, donde estuve dos años. Por un accidente que tuve lo dejé, se me afectó la cara, la dentadura y no me presenté precisamente a una de las pruebas finales de dicción. Ya después decidí estudiar medicina”, respondió Manuel Seijas López.
Sin embargo no abandonó sus sueños. Las intensas jornadas de estudio dedicadas a la medicina el joven estudiante las simultaneaba con su pasión por la actuación. Presentaciones en la capital del país, la oportunidad de recibir clases de grandes de la locución en Cuba como Dignorah del Real y Cepero Brito con quien compartió escenario en eventos universitarios.
Obligado por la circunstancia y la presión familiar se hizo médico. El humanismo de la carrera lo enamoraría también para siempre y formaría entonces parte de las dos pasiones de su vida. (IVP)