Mayabeque, Cuba: Alguien les dio un día en marzo a las que de enero a enero tienen entre muchas artes, oficios y profesiones, uno común, entregar la vida.
Las vemos pasando a través de los años agotadas y sonrientes, como si no hubiera desvelo, caída, trabajo que superara sus ganas de dar amor, y de hacer felices a todos.
Es que la mujer, vista como complemento masculino hace años, y aún subestimada en algunos sentidos, solo sabe crecerse ante sí misma, imponerse como fuerza vital en el entorno.
Y allí va, de bata blanca a salvar a los hijos de otras, cruzando avenidas con niños intranquilos de la mano, promoviendo la cultura, bailando, escribiendo, leyendo, creando, investigando, y en sí, haciendo que el mundo gire más bonito.
Es ocho de marzo y vienen a la mente Ana Betancourt, que alzó la voz sin miedo en Guáimaro, Mariana que dio a sus hijos a la libertad, Haydée, Melba, Celia, Vilma, muchos nombres, innumerables y memorables, detrás de cada uno el coraje, la voluntad tremenda de servir a sus ideas.
Mujer con M de madre y de mambisa es sin duda la mujer cubana. Que sabiendo lo que vale y lo que ha sido capaz de desafiar, sostiene su dignidad y apuesta por el progreso, por la justicia, por la merecida igualdad.
Es ocho de marzo y no está cansada, se bate con la rutina a punta de buen ánimo, se sabe llena de valor para conquistar futuros, besa a sus hijos, nietos, sobrinos, esposo, y brilla, y sabe el tamaño del papel que se le otorga, porque es maestra, ama de casa, científica, costurera, abuela, ingeniera, arquitecta, escritora, y es mujer. (BSH)