Chamaquili, personaje nacido del talento creativo del repentista Alexis Díaz Pimienta.

Este primero de junio debemos como de costumbre celebrar la vida, pero por segunda ocasión, todo se resiste a ser normal. Este es a la fuerza un día de la infancia distinto, con el coronavirus desvirtuando todas las posibles celebraciones.

En Cuba, sin embargo, algunas cosas no cambian. Desde sus hogares los niños y niñas sonríen y continúan regalando optimismo, con sus peculiares formas de ver el mundo y sueñan con lo que harán cuando todo vuelva a la normalidad.

Cuando las cifras que escuchamos hacen más densas las sombras, cuando el reporte del día extrapola la desesperanza, la simpatía y el gracejo del pequeño Chamaquili nos dibuja sin darnos cuenta la sonrisa.

El pícaro personaje nacido del talento creativo del gran repentista Alexis Díaz Pimienta encarna al típico niño cubano que en los oscuros tiempos de pandemia nos ha dado lecciones de responsabilidad y madurez, fruto por supuesto de la formación de una escuela y una familia signada por la cultura y la educación.

Lo tenemos claro, hasta ellos saben que no es tiempo de las acostumbradas celebraciones. Un virus mortal ha demostrado ser más que una amenaza, mientras quienes tenemos la obligación de protegerlos jugamos en ocasiones a la ruleta rusa haciéndoles participe del riesgo.

La grandeza de un país que ahora mismo asombra al mundo en su lucha como una suerte de David contra Goliat, con su personal de salud y de la ciencia, sus obreros, sus jóvenes, su vergüenza, garantizan la mayor y mejor de las fiestas la de la garantía del mañana feliz de los que saben querer.

En un futuro muy cercano, ellos llenarán los amaneceres de los colores de sus uniformes, de sus pañoletas y de su risa espontánea y necesaria, pero el mejor regalo por ahora es proteger a quienes como sentenciara Martí son la esperanza del mundo. (BSH)

Olga Lidia Gómez Ramos

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