A pesar de ser el menor de los hermanos nunca estuvo ajeno a los sucesos, todo lo contrario, sabía a lo que se enfrentaba y su fervor revolucionario lo convirtió en una de las personas más admiradas por nuestro país.

Raúl Castro Ruz, es de esos hombres de carisma singular, y la historia quiso que nuestra generación lo conociera. Su mirada hablaba por sí sola, un hombre de acción como pocos, que firmó su compromiso de amor a la patria, desde el Asalto al Cuartel Moncada.

No solo fue seguidor de las ideas martianas y de su hermano Fidel, sino que trato de cumplir a cabalidad con cada tarea encomendada, como su segundo nombre lo delata Modesto, pues Raúl con la sencillez que lo delataba tenía las palabras precisas, sobre todo con las nuevas generaciones, a las que defendió sin un ápice de temor:

“La juventud cubana está llamada a tomar el relevo de la generación fundadora de la Revolución y para conducir la gran fuerza de las masas requiere de una vanguardia que convenza y movilice”.

Noventa años, son el reflejo de toda una labor incansable, un mambí que nunca dejo caer su machete a la hora de defender a los oprimidos.

Hoy la Revolución agradecida de su obra lo recuerda y no como lo que fue, sino como una estrella presente que relumbra y sirve como guía para que las generaciones en estos tiempos difíciles no se pierdan.

Ese es Raúl Castro Ruz, un líder, un revolucionario, un patriota sin tacha, su legado siempre estará presente mientras haya un cubano de pie. (BSH)

Alejandro Rodríguez Fernández

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