Las canas y las arrugas que acompañan a los más grandes de la familia son signos de sabiduría y experiencia que todos deberíamos admirar y respetar.
Los adultos mayores son los pilares que han formado nuestro hogar y debemos acompañarlos y velar por su salud, algo que les corresponde a todos los que de una forma u otra inciden en su vida.
Según datos de la Oficina Nacional de Estadística de Cuba, en el 40 por ciento de los hogares vive al menos una persona mayor, y en el 32 por ciento de ellos residen hasta dos o tres mayores de 60 años o más, una situación que debe impulsar a cada miembro de la casa a jugar un rol fundamental en su cuidado.
El código de la familia, defiende muy bien los derechos de los mayores y estos tienen todo el consentimiento necesario de denunciar a aquellos parientes que maltratan física y psicológicamente, su bienestar.
Pues es muy doloroso ver, como se usa la confianza que transmiten, y su cariño, para utilizarlos en tareas no gratas, o no tomarlos en cuentas en decisiones importantes dentro del núcleo y en actividades en la casa de las que algunas fueron ellos los principales sostenedores.
El rol de la familia en la atención a sus antecesores debe ser primordial en estos días, está comprobado científicamente, que los ancianos disfrutan más de este período final de la pirámide de la existencia, con sus allegados y consanguíneos.
Como familia, pueden ayudarlos a ser más felices, acompañándolos y conversando con ellos para conocer lo que sienten y lo que necesitan.
Es necesario que se haga una evaluación completa de lo que se hace mal en cuanto atención a los abuelos, ellos son la esencia de nuestros valores, incluso, tienen ese don, de estar en el momento necesario para darnos las palmaditas en la espalda y aconsejarnos en el batallar diario de la vida, es a ellos, a los que hay que agradecer.
Y tener presente que cada esfuerzo realizado nunca va a ser suficiente. (BSH)