La Revolución, como obra humana perfectible cada día, se supera, avanza y cambia en favor de su pueblo. Pero hay pilares que la sostienen y son tan invariables como la voluntad de defenderla.
Las convicciones que nos han traído hasta este punto de la historia, como el pueblo libre y soberano que somos, se mantienen firmes aun en tiempos de tensiones y agresiones.
Bien conocemos al enemigo de siempre, y a su idea de devolvernos a lo que fuimos antes de 1959, un país respondiendo a los intereses del gran imperio del Norte.
Las formas varían, desde el bloqueo, el hostigamiento y la subversión hasta la guerra mediática, sobre todo ahora, cuando aprovechan el escenario de nuestra difícil situación sanitaria para disfrazar de ayuda humanitaria su deseo de intervención militar.
Quien quiera una Cuba mejor, como es aspiración de todos, debe sumarse a nuestra justa lucha por el fin del bloqueo que obstaculiza mayores avances de nuestro proceso social y humanista.
Ese es el propósito que debe unir a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que sueñan un mundo mejor. El ejemplo de Cuba no podrá ser borrado, la Revolución es auténtica y soberana, y por más de seis décadas ha demostrado que el socialismo es una vía factible para ponderar la justicia, el humanismo y la solidaridad. (BSH)