La muerte duela más cuando no se espera. Una llamada, la voz del llanto no deja entender. No quiero entender. Ane no sé cómo decirte esto: murió Andy Duardo.
Ella del otro lado de la línea sabe que más que el periodista, él es para mí y para muchos el maestro, el amigo, el hermano.
Cuanta paz en tu mirada Andy Duardo Martin, cuanta verdad en tus palabras, cuanto magisterio en una vida comprometida con la prensa, con la radio.
Te recuerdo en cada festival, el miembro más justo del jurado de informativos, el más imparcial.
Tus criterios respetuosos, oportunos, francos, eran verdaderas lecciones de periodismo.
Alegre, dicharachero, pícaro, humano.
Andy Duardo Martin hiciste de la UPEC en Mayabeque una familia. Talleres, diplomados, visitas a delegaciones, fiestas.
Atolondrado a veces, despistado otras, en fin artista pero siempre periodista, maestro, colega, amigo.
El único consuelo por no llamarte en estos días es que hacia lo que esperas de mí: periodismo.
Te agradezco el regaño, el abrazo, la crítica y el elogio. Me quedo con la herencia más grande: la nobleza de tus principios, la honestidad de tu entrega, la fuerza de voluntad para seguir haciendo radio a pesar de tu enfermo y porfiado corazón.
Me quedo con el orgullo de saberme amiga de uno de los más grandes periodistas cubanos.
Colega te llevare junto a mí cada vez que como ahora me fallen las fuerzas.
Gracias por todo Maestro. (YDG)