Mayabeque, Cuba: Durante los últimos 25 años del pasado siglo, el tenis de mesa cubano vivió su etapa de máximo esplendor, al contar con un numeroso grupo de atletas de ambos sexos procedentes de varias provincias, que se consagraron por sus relevantes resultados en lides nacionales y posteriormente también se encumbraron a nivel internacional, especialmente en el área latinoamericana.
Entre los tenimesistas que brillaron en aquella época se encontraban varios oriundos de municipios de la entonces provincia de La Habana, que trascendieron a la historia de ese deporte por sus numerosos éxitos en lides de primer nivel.
En Güines se inició un serio trabajo en 1975 para desarrollar esa especialidad, que no tardó en comenzar a dar frutos y pronto se fomentó una cantera de la que surgieron atletas que prestigiaron al territorio y la provincia.
Artífice de aquella incipiente labor fue el profesor Jorge Luis Quintero de Armas, “Yiyo”, para todos los que le conocen. Nació en la Villa del Mayabeque el 3 de febrero de 1948.
Su vínculo con el tenis de mesa o pimpón se inició a principios de los años 60 en la “Bella Unión”, antigua sociedad para personas de raza negra. Allí solía asistir a jugar en la única mesa que existía. Nunca imaginó que una década después, esa misma instalación sería el escenario de sus principales éxitos como especialista del deporte que siempre le atrajo.
Como jugador “Yiyo” intervino en dos campeonatos nacionales ambos en La Habana; en el de 2da. Categoría celebrado en 1962 obtuvo medalla dorada en la modalidad de doble masculino junto al capitalino Armando Allende. Al año siguiente ya en primera categoría compitió sin penas ni glorias.
La Escuela Superior de Educación Física (EPEF) “Comandante Manuel Fajardo”, fue el primer centro docente creado por la Revolución para formar profesores de esa especialidad, su primer curso se inauguró en 1964 y “Yiyo” integró la matrícula inicial hasta que tres años después se graduó.
Al inaugurarse la escuela primaria Camilo Torres en la comunidad de El Cangre, con la presencia del Comandante Fidel Castro Ruz, a propuesta de la Dirección Provincial de Educación, integró el primer claustro como profesor de educación física y poco después se desempeñó como sub director de la especialidad en la recién creada Región de San Nicolás, de fugaz existencia.
En 1971 pasó a laborar en el Inder de Güines como entrenador de tenis de mesa. Al no existir local fijo este deporte deambuló por el Coliseo Deportivo y la escuela Héroes de Bolivia; de ese primer grupo rápidamente destacaron Raúl Betancourt, Lázaro Peña, Marta Rosa Báez y Jorge Luis Lozada. Los dos primeros representaron a Cuba en el Torneo Latinoamericano Infantil en México.
La Bella Unión fue entregada al Inder en 1974 y bautizada como CVD Carlos Baliño, se convirtió en cuartel general del tenis de mesa. Junto a “Yiyo” laboraban los también calificados entrenadores Virgilio Torres y Sigfredo Barrios.
Continuó formando a otros talentosos jugadores de ambos sexos que convirtieron a la demarcación en potencia escolar, juvenil y de primera categoría. Al cuarteto mencionado, se sumaron entre otros, Ernesto González, Madeleine Armas y los primos Rubén y Francisco Arado.
Ellos, además de Betancourt y Marta Rosa formaron un sexteto que indistintamente durante años, integró todas las selecciones cubanas que asistieron y ganaron medallas en los certámenes de más alto nivel de la época. En distintos momentos todos fueron campeones nacionales individuales y de distintas modalidades.
Durante años el equipo nacional de lujo estuvo formado mayoritariamente por atletas promovidos por “Yiyo”; tan relevantes fueron sus resultados competitivos que los seis hicieron méritos para merecer la condición de Glorias del Deporte Cubano y cinco la obtuvieron.
Además de desarrollar atletas de alta categoría que prestigiaron al territorio y a la nación, fue un verdadero educador, formador de hábitos, exigente en el cumplimiento de la disciplina. Cuatro de sus encumbrados alumnos al dejar el deporte activo siguieron sus pasos como entrenadores de alto nivel.
En 1986 se graduó de Licenciado en Cultura Física y Deportes. Ocasionalmente colaboró con el colectivo técnico nacional y en 1991 con ellos viajó a la República Popular Democrática de Corea donde permaneció tres meses velando por los entrenamientos de nuestros atletas, entre ellos Betancourt, Madeleine y Rubén Arado. Esa experiencia le permitió ampliar sus conocimientos técnicos.
Aportó sus vastos conocimientos durante casi dos años como entrenador de los equipos nacionales de Bolivia, y llevó a esa nación a conquistar medalla de plata y bronce individual, primeras de ese país en lides internacionales.
En 1994 viaja a Nicaragua como preparador de la Selección Nacional y en 2003 en nueva colaboración técnica permanece dos años en Venezuela, donde logra excelente trabajo en el municipio de Pedraza en el estado de Barinas, localidad que llevó de cero a convertirse en potencia estatal del tenis de mesa.
Después de 38 años de dedicación total al tenis de mesa “Yiyo” decidió acogerse a la jubilación en el 2010. Pero ocho años después regresó al deporte de sus amores, contratado para reiniciar la enseñanza en la misma instalación en que se inició como atleta y después como entrenador.
Lamentablemente la Covid-19 viene tronchado sus sueños de reverdecer laureles y continuar descubriendo talentos en niños y niñas de círculos infantiles. Evoca los tiempos en que ese deporte vivió una época dorada y contribuyó a que la entonces provincia habanera se consagrara como la mejor de nuestro país.
Vive orgulloso de ser artífice del desarrollo y la masividad que en tiempos pasados aportó tantas alegrías a su municipio y provincia, especialmente por varios atletas considerados entre los mejores de Cuba en todos los tiempos. Goza del respeto y cariño de quienes le conocen.
Jorge Luis Quintero, “Yiyo”, fue varias veces reconocido como Mejor Entrenador de la otrora provincia de La Habana y ese mismo galardón recibió en Barinas. Además se hizo merecedor de las distinciones Mártires de Barbados y Rafael María de Mendive. (YQR)