Hurgando en la verdad de la convicción de la frase Yo Soy Fidel, pude conversar con algunos jóvenes en la mañana memorable del pasado 15 de noviembre, cuando felices dispuestos y llenos de esperanza, retomaban sus vidas y sus sueños mientras regresaban a las aulas como estudiantes de la educación preuniversitaria.

Y fue gratificante y conmovedor el homenaje al líder indiscutible de la Revolución, a quien su viaje hacia la eternidad les impidió conocer físicamente.

A pesar de que no tuvieron la oportunidad de verlo dirigiendo los destinos de la patria, que no recuerdan sus memorables discursos en aquella plaza animada por un mar de cubanos, que no lo vieron bajo la lluvia, los vientos huracanados, en los campos, en las fábricas, recorriendo escuelas, su impronta ha echado raíces ondas y sólidas.

Allí entre un grupo de alumnos del Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas (IPVCE) Amistad Cuba Suecia, ubicado en Melena del Sur y único de su tipo en la provincia, sentí la presencia de Fidel, que experimentados maestros como Mayra o tan jóvenes como Evelio han logrado trasmitirles.

Estudiantes del Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas (IPVCE) Amistad Cuba Suecia. Foto: Autora.

Como si sus vidas hubieran transcurrido paralelas a la suya y coincidido, en alguna intercepción del camino me hablaron de su magnetismo, del aura mágica que distingue los lugares en los que estuvo, en las cosas que soñó.

Su legado les llega además de la voz del maestro, del padre, del abuelo, me cuentan, de las anécdotas, de su valor, de su intransigencia con el imperialismo, de su delicadeza con las damas, del amor por los niños y la confianza en los de su edad.

Y confieso que el intercambio me energizó y me llenó de esperanzas. Ellos, la nueva generación, a la que le toca caminar sola pero con la guía de su ejemplo, gracias a su huella y a su magisterio serán sus dignos herederos y podrán escribir otra parte también muy importante de nuestra historia, la de la continuidad, de todos y cada uno de sus sueños, hermosas utopías que enamoran e impulsan a continuar el camino labrado por él.

Olga Lidia Gómez Ramos

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