Cada año es una historia que merece ser contada. Por muy irrelevantes que nos parezcan los más de 300 días transcurridos cuando se escurre un calendario, siempre habrá interesantes pinceladas de nuestra existencia que se quedan plasmadas en el lienzo temporal de 12 meses.
Sin embargo, hay ocasiones en que, al concluir un año, no hace falta un aguzado ejercicio de retrospección para saber cuánto nos ha marcado, porque los acontecimientos que habitaron esa división que caprichosamente le hacemos al tiempo, son sencillamente indelebles. No me equivoco si digo que 2021 aplica perfectamente para esa selecta lista de años que difícilmente se nos escapen alguna vez del pensamiento.
Retador desde su pandémico comienzo, puso a prueba de mil maneras nuestra capacidad de reinventarnos, de asumir el día a día valientemente, con ganas de hacer. Rojos números nos quitaron el sueño, las curvas ascendentes de contagios envolvieron a cada rincón del país. Pero no hubo jamás un asomo de pesimismo, ni permitimos que el miedo congelara nuestra voluntad.
El enemigo, rastrero y oportunista como de costumbre, enfiló hacia nosotros todos sus cañones de odio. Movió cada ficha posible de las que el dinero le permite disponer y, en el colmo de la prepotencia y el cinismo, le puso hasta fecha de muerte a la Revolución. Quisieron incluso teñir de rojo nuestras calles, robarnos la paz, azuzar la violencia.
Pero los cubanos no nacimos para doblegarnos, no nacimos para cansarnos, no nacimos para desistir. Lo que nos hace fuertes son los lazos que nos unen, porque aprendimos hace mucho que es esa la manera de sobreponerse a las adversidades y superar los obstáculos. Por eso no dejamos de soñar, de creer en nosotros, en lo que somos capaces de hacer.
Obligamos a los malísimos actores asalariados del norte a recoger su circo putrefacto, mientras que, a la par, una ola inmunitaria se extendía de punta a cabo del caimán, con vacunas cubanísimas, obligando al virus a replegarse también.
Seguimos creando, haciendo, pensando con el corazón y con la mente a la vez y sí, tal vez muchos proyectos han debido hacer un alto necesario, pero ahora que la luz es ya más clara siguen su camino, porque este país tiene metas a las que bajo ningún concepto renunciará, porque implican el fin colectivo de una sociedad mejor, más justa.
Para profunda decepción de quienes nos odian, ahí está nuestro Partido Comunista de Cuba, fortalecido gracias a lo que nunca tendrán ellos, el apoyo y la confianza del pueblo.
Año difícil sí. Pero al poner en la balanza de las experiencias lo bueno y lo malo que nos dejan estos 12 meses, gana por mucho el mayor de los tesoros que a capa y espada ha sido defendido: la vida. Este fin de año hubo dolorosas ausencias en la mesa familiar, el sentimiento de esas pérdidas nos acompaña a todos porque al cubano nunca le es ajeno el dolor de sus hermanos, pero celebraremos el haber resistido y vencido, una vez más.
Demos al 2021 el adiós de quien se sabe dueño y señor de su destino, porque eso somos, un país que camina firme, sin prisas, pero sin pausas, como sabiamente nos enseñó un hombre digno.
Recibamos al 2022 con optimismo y alegría, abracemos a la familia, felicitemos al vecino, construyamos planes juntos, porque si algo inunda ahora el ambiente de esta soberana tierra, es el perfume inconfundible y maravilloso de la esperanza. (IVP)