Sandra Luisa Anovega Vinent, ejemplo de pasión a la enfermería.

Mayabeque, Cuba: En Melena del Sur, pocos de los que conocen a la Licenciada en enfermería Sandra Luisa Anovega Vinent, saben que se graduó primero de Técnico Medio en Geología de los Minerales.

El objetivo de la decisión era regresar a este pueblo en el que unos abuelos paternos, incapaces de controlar a una adolescente rebelde habían optado por mandarla a Santiago de Cuba con la intención de que su madre lograra corregir lo que parecía perdido.

Pero fue realmente la noble profesión que hoy desempeña quien la que, según sus propias palabras la salvó.

La pasión que anida en el alma de esta enfermera, integrante de la célebre Décima Brigada Médica Cubana Ernesto Che Guevara, protagonista de la colosal  batalla librada contra la Covid-19 en el  mayor hospital de campaña, creado en el Poliedro de Caracas, triplica el peso y el volumen de su cuerpo menudo y nervioso.

Ella es la expresión del valor desplegado por el personal de salud cubano, en especial las mujeres, aun fuera de nuestras fronteras en el enfrentamiento a la más terrible pandemia que ha conocido la historia moderna.

Pulcro y planchado siempre el albo uniforme, solicita, la seño Sandra, discípula de la célebre enfermera inglesa Florence de Nigtingale, con su  proverbial vocación  de servicio, agregaría.

“En medio de las circunstancias que vivimos, se imponía ser fuertes, engrandecernos sin poder venir, sobreponiéndonos a sensibles pérdidas y renunciando a los momentos más importantes de los hijos y de la familia en general”.

Con las heridas aun sin cicatrizar de un duro período lejos de la Patria la experimentada enfermera Sandra Luisa Anovega Vinent, quien en la distancia y durante el cumplimiento del deber internacionalista tuvo que sufrir la pérdida de su compañero de vida por 25 años retornará en breve a la patria de Chávez, aun cuando infiero la respuesta le pregunto… __ ¿El día que faltes como te gustaría que te recordaran?  _ Sin pensarlo me contesta:

 “Quisiera que me recordaran tal como yo soy”_ que dijeran: “Ella era alocada pero con ella había que contar, que quienes se decidan a estudiar enfermería lo hagan por amor a sabiendas que para un enfermero no hay 31 de diciembre, ni hay fecha señalada si del cumplimiento con el enfermo se trata que tengan siempre presente que la alegría de Sandra alivió el dolor de mucha gente cuando otros recursos faltaban  y que si volviera nacer volvería a ser ENFERMERA. (BSH)

Olga Lidia Gómez Ramos

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