El amor de los abuelos y abuelas por sus nietos es universalmente reconocido como uno de los más puros y fuertes sentimientos.

Mayabeque, Cuba: Porque son historias reales y no por simples menos trascendentes, hay que seguir contándolas.

Carlos es el abuelo de Mónica, porque es el padre de Alejandro, aun cuando haya llegado a la vida de este cuando tenía 5 años. Ahí comenzaron a recorrer el camino de la cotidianeidad, juntos.

Cada mañana, la leche que como Carlos nadie la prepara, el viaje a la escuela y luego las escapadas a tomar helado, a comprar pajaritos, peces y un que otro perrito aunque al llegar a la casa habría pelea con mamá.

Y cuando llegó la primera noviecita los consejos oportunos y sobre todo el ejemplo, para que se forme un hombre de bien. Esos momentos los compartió con Carlos.

Sin olvidar las noches bajando la fiebre persistente, los viajes al policlínico, la inyección y luego cargado a casa.

Han pasado ya 21 años y desde hace dos, llegó al hogar, Mónica, que cuando se habla de abuelo abre los brazos y tiene el calificativo merecido. La historia se repite, ahora es Mónica la que acapara la atención de Carlos, que vive enamorado de su pequeña, la consentida de la casa, la que pone al abuelo a jugar casitas, a bailar y aplaudir con entusiasmo pioneril con sus más de 60 años.

Alejandro es un hombre de bien, es cierto que lleva el apellido de su padre biológico aun cuando le resulte cada vez más difícil recordar su rostro y a estas alturas puede que ni lo intente, su padrastro Carlos es su padre, el verdadero, el abuelo de Mónica, como lo reconoce el proyecto del Código de las Familias. No lo cree usted?             

Maria Amalia Pérez

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