Santa Elena, dos generaciones se abrazan

No es un museo más, ni un sitio congelado en el tiempo. Santa Elena es un monumento al honor de sentirse cubanos. Las dos gestas de liberación de Cuba se unen allí. Ningún otro sitio en Mayabeque, expresa aquella idea de Fidel Castro, de que en Cuba hemos tenido una sola Revolución: la que inició Céspedes y continuaron los Moncadistas.

La finca Santa Elena, ubicada en las afueras del poblado de Palos, Nueva Paz, fue escenario del paso de la Invasión comandada por Máximo Gómez (1896). Con más valor que fusiles, los patriotas de la localidad se sumaron a las huestes mambisas y formaron el Regimiento Palos.

El coronel Herminio Rivera Núñez, patriota insigne de la localidad, sostuvo en las proximidades de Santa Elena su último combate, el 7 de septiembre de 1896, donde cayó mortalmente herido.

Más de medio siglo después (junio de 1953), en la misma finca, propiedad de la familia Hidalgo Gato, se realizan las prácticas de tiro para el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente.

Bajo un coposo mamoncillo de la cañada, entrenaron hasta sesenta combatientes. Pedro Miret, José Luis Tassende, Fidel y Raúl alistan a los hombres con unos pocos fusiles calibre 22. Agustín Díaz Cartaya recibió la encomienda de componer un himno que acompañe la gesta: la Marcha del 26 de Julio.

“Yo creo que Santa Elena es la antesala del Moncada —expresó el combatiente Oscar Alcalde Vals, en 1982— porque fue el último lugar donde se hicieron las prácticas… fue donde verdaderamente se preparó a la gente para la acción”.

Después de una noche en el hotel de Palos, tomarían el tren hacia el oriente.

Quince hijos del actual Mayabeque acudieron al Moncada.

Declarada Monumento Nacional (Resolución 6 del 18 de julio de 2014), Santa Elena conecta dos energías de la lucha por la Patria. Su significado se localiza no solo en la finca; también en el cercano apeadero del tren, el hotel y la estación ferroviaria de Palos, como un conjunto capital para conocer las más importantes tradiciones de nuestro pueblo.

Tener en ese patrimonio un libro enérgico para aprender y sumergirse en la historia de la Nación, de la localidad, y de nosotros mismos, es un privilegio de Nueva Paz, orgullo para sus hijos y símbolo de grandeza espiritual de la Patria.

Al cumplirse 71 años del asalto que despertó la Revolución y la echó a volar, Santa Elena ha de verse como altar de amor a Cuba. (rda)

Omar F. Mauri