Voz de terciopelo

Cualquiera que sintoniza la emisora de Mayabeque, Radio  Camoa y escucha la voz de terciopelo de María Elena García García, no dudaría en echarle unos veintitantos años a la consagrada locutora.

Hasta yo, que conozco cuantas hojas tiene su calendario, sigo maravillada con los colores de una garganta bendecida por la eterna juventud.

María Elena le debe a la maestra de la locución, ya desaparecida, Gladis Gouzueta, el dominio de un oficio que no es tan fácil como suelen creer; la locución es en sí misma un arte, como la música, la pintura, la danza…

Más allá de los reconocidos locutores que le enseñaron a dominar la técnica y moldearon su magistral manera de comunicar,  María Elena, tenía un don: había heredado la voz preciosa de su madre y de su abuela.

Tal vez por ello la aceptaron de inmediato cuando se presentó a aquella convocatoria de la recién nacida planta radial de San José de las Lajas en el año 1975.

Luego de medio siglo junto al micrófono, esta matancera adoptada por San José de las Lajas, tiene la absoluta convicción de que su mayor felicidad es haber encontrado la radio.

La emisora de su municipio, Radio Camoa, ha sido su único lugar de trabajo y es, definitivamente, el gran amor de su vida, reconoce.

Desde niña le gustaba escuchar los programas radiales sin imaginar que un día tendría el privilegio de  hacer, con su propia voz, programas informativos, musicales, dramatizados….

La ayudaron su sed de saber, su afición por la lectura y por sobre todas las cosas, el respeto que siente por lo que hace. Ese último, asegura, es un principio fundamental para ser bueno en cualquier oficio o profesión.

María Elena ya no usa tacones ni se pone labial, ni tiñe sus canas. Acompazó su ritmo de su vida a los años que no pasan por gusto. Ahora, empieza en la madrugada su romance con el micrófono y a las ocho de la mañana  termina y sale a la calle. Se ha peleado con el transporte público, prefiere ejercitar sus piernas, observar, saludar, conversar, vivir…. y por eso recorre a pie las muchas cuadras que separan a Radio Camoa de su casa.

Hace pocos días le entregaron el Premio por la obra de toda la vida y fue nominada por Mayabeque al Premio de locución Violeta Casal. Aunque no le gustan las entrevistas ni ser el centro de atención, consintió los elogios, las preguntas y todo lo demás que se reparte en una ceremonia así. Pero María Elena ya tiene muchos trofeos: los oyentes que la llaman a diario, aquellos que han ido hasta Camoa solo para conocerla, los que le saludan en la cola del pan y aquellos que le ceden el paso en la calle. El día que decida apartarse del micrófono, su voz de terciopelo seguirá endulzando la ciudad y la vida de su gente. No es un compromiso, es y seguirá siendo su costumbre. (rda)

Marlene Caboverde Caballero