Tenía apenas quince años de edad cuando comenzó a consumir bebidas alcohólicas y a experimentar las primeras manifestaciones de una enfermedad tan destructiva y desafiante como el alcoholismo. Lo conocí ya siendo adulto, a través de un amigo en común y su testimonio me conmovió al punto de sacarme las lágrimas. A su solicitud personal es una historia amparada por el anonimato, pero que no por ello deja de ser una lección de vida o motivación para quienes pierden el control por el alcohol.
Justificaciones & Negación
“Me decían que era muy glotón para beber, yo no tomaba moderadamente como mis compañeros y siempre que lo hacía llegaban los problemas. Agredía verbalmente a las personas, tenía lagunas mentales y al otro día no recordaba como había llegado a mi casa o si había comido. No me aceptaba como alcohólico. Yo decía que era muy joven, que no tenía esa enfermedad, me arrepentía de emborracharme, pasaba el tiempo, volvía a beber y el resultado era el mismo”, afirmó.
Mi vida solo se relacionaba con el placer del alcohol. Me refugiaba en escusas tontas, “yo tomo con mi dinero, cuando quiero, paro cuando deseo” y no era así. Estaba errado en muchos conceptos. Creía que las personas alcohólicas dormían en las calles abandonados, no tenían familia y pedían dinero para tomar.
No darse el primer trago
Luego de 10 años de borracheras llego al programa de Alcohólicos Anónimos (AA), lesionado de una fractura de columna de la quinta vertebra, sin trabajo, separado de mi esposa y desintegrado de la sociedad. Desde el primer momento sentí que estaba en el lugar correcto, junto a personas que se podían poner en mis zapatos. Me acepté y reconocí que debía batallar contra una enfermedad incurable.
Poco a poco fui asistiendo asiduamente a las reuniones y me fui recuperando. Nosotros en AA no hacemos promesas, solo nos proponemos estar 24 horas sobríos porque mañana es incierto, mañana no existe.Tenemos una guía de recuperación de doce pasos (que no es más que un inventario moral para aceptarse como alcohólico, detectar la motivación por beber, conocernos, identificar un poder superior, fuerza o motivación para mantener la sobriedad (puede ser un hijo, una mujer, un padre, madre como cada cual lo conciba), luego reparar los daños y transmitir al que está sufriendo lo que se nos brindó.
Alcohólicos Anónimos
Alcohólicos Anónimos es una comunidad de apoyo internacional para personas con problemas de alcoholismo. En 2019, se legalizó en Cuba como organización no gubernamental, sin fines de lucro y cuyo organismo rector es el Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Es una institución libre de religiones, etnias o géneros que solo busca visibilizar y desvelar las fases de la enfermedad (crisis, recaídas, rehabilitación y recuperación parcial) mediante el intercambio de vivencias de sus miembros.
“El programa de AA no exige ningún requisito. La persona solo tiene que desear dejar de beber, insertarse en cualquier grupo de nuestro país, llegar a las reuniones y decir que viene por ayuda. En sus salas solo se habla de alcoholismo y recuperación. Nos mantenemos con nuestras propias contribuciones, cooperamos con los hospitales y tenemos personas en ellos, encargadas de explicar en qué consiste el programa y dónde nos encontramos para una vez que salgan del hospital se inserten y logren salir adelante”, puntualizó.
Hay una gran diferencia entre la medicina y AA. Es cierto que con asistencia médica la persona en 21 días se desintoxica, pero sale a la sociedad sin las herramientas que brinda el programa para apostar por la abstinencia y no darse el primer trago de ninguna bebida que contenga alcohol. Si la persona logra eso no despierta la obsesión fatal que está en la mente humana, según dictaminó la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre esta enfermedad progresiva, incurable y mortal.
“Acá en San José de las Lajas radicamos detrás de la Iglesia Católica en un garaje, los martes y los jueves desde las ocho de la noche hasta las nueve y media. Yo creo que la vida no tiene precio, es una gran oportunidad asistir una hora y media a AA. Los compañeros que bebían conmigo me preguntan que hice para dejar de beber y yo los acerco a AA porque doy fé de su funcionalidad y su ayuda. Gracias al programa se salvan muchos jóvenes que al igual que yo no asimilan su enfermedad, se evitan además accidentes del tránsito, hechos delictivos y vidas humanas”, informó.
Abstinencia total
“Ya llevo 25 años sin beber gracias a AA, para mí es lo máximo. Yo me integré a la sociedad, he ganado amigos verdaderos, soy padre de familia (no tenía hijos cuando llegué a AA), le doy una buena educación, el no bebe y nunca me ha visto ni me verá bebiendo. Gracias a AA también integré su directiva y entre más de 200 grupos en Cuba tuve el honor de representar a mi país en dos Convenciones Internacionales y cuatro Eventos Regionales en la gran nación de México”, acotó orgulloso.
Llevo una vida feliz sin tener que consumir alcohol, me acuerdo de todo, me afeito, me visto, volví a ser la persona que era antes de llegar al alcohol y tengo todo lo necesario para vivir, el cariño de mis padres, de mis hermanos, de mi familia, esa es mi gran satisfacción. (rda)