Mayabeque,Cuba: Parte de la autenticidad de una nación está en la cultura que atesora. La cultura cubana es esa bella “mulata” sincrética y multicultural que advertía Nicolás Guillén.
No hay tema mayor que el fomento y conservación de los valores de la cultura. La cubana es un crisol donde se funden manifestaciones culturales de tres continentes: Europa, África y Asia, ello le ha dado esa dimensión de universalidad de la que goza.
Y es que nuestro archipiélago es un digno ejemplo de la variedad de esencias, tradiciones y creencias que conformaron lo que hoy tenemos, y que con orgullo han matizado la sonoridad, bailes, ritmos y colorido de esta patria construida por la sangre de los aborígenes, negros africanos, europeos, chinos y otras etnias, hasta conformar el típico criollo cubano.
Para que lo nuevo se parezca más al fondo suculento del simbólico caldero transcultural dibujado por Fernando Ortiz, hay que volcarse a fomentar valores nacionales y universales, pero sin perder el amor, ni el asombro por lo sagrado.
La música, el sincretismo, el cine, la literatura, el teatro, la fotografía, son manifestaciones que tienen un sello de cubanía indiscutible.
Nuestra cultura ha sido pródiga en personalidades en todos los géneros y ha dado al mundo tanto manifestaciones musicales como el son y el chachachá como literatos y poetas de la talla de José María Heredia, José Martí, Dulce María Loynaz, Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Nicolás Guillén o Eliseo Diego.
También pintores de fama internacional reconocida como Wilfredo Lam, René Portocarrero o Tomás Valdés, o exponentes de la danza como la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso, recientemente fallecida, leyenda de la danza mundial y directora de una de las más prestigiosas compañías danzarías del mundo, el Ballet Nacional de Cuba.
La cultura nacional en estos tiempos crece lozana, fecundada por esas raíces primigenias. (YDG)