1.- Lo primero es separar las yemas de las claras y colocar las yemas de los huevos en un cuenco. Las claras, las puedes guardar y hacer otra elaboración con ellas (como montarlas al punto de nieve con azúcar, y meter porciones de esta mezcla al horno. Te quedarán unas nubes dulces deliciosas). Ponemos también en el cuenco el azúcar y lo batimos bien, hasta que quede una mezcla homogénea.
2.- Una vez hecho esto, ponemos la leche a calentar en una cazuela, reservando medio vaso. Añadimos este medio vaso a la mezcla de yemas de huevo y azúcar y añadimos también la maicena, la cual espesará nuestra crema pastelera, y la esencia de vainilla. Volvemos a batir bien hasta que quede todo bien homogeneizado y sin un solo grumo.
3.- Ahora, añadimos la leche que estábamos calentando. Debe estar caliente pero, sin llegar a hervir para que los huevos, no se cuajen. Lo echamos poco a poco, en un hilo fino sin dejar de remover, hasta que hayamos terminado de echar toda la leche.
4.- Finalmente, llevamos a fuego medio toda la mezcla y, con una cuchara de palo, removemos constantemente. No hay que dejar de remover nunca y, debe hacerse a fuego medio o si no, se quemará. En unos 3-5 minutos, veremos que comienza a espesar. Cuando esto ocurra, lo ponemos en un cuenquito y lo dejamos reposar en el frigorífico. Ya tendremos una deliciosa crema pastelera muy útil para rellenar nuestros platos y que además de ser muy fácil de hacer.
Con estas cantidades, te va a quedar una crema pastelera de una densidad bastante aceptable. Sin embargo, si quieres una crema pastelera un poco más licuada, puedes añadir más leche al final. Si la quieres más densa, ya una vez hecha mal remedio tiene pero, la próxima vez que la hagas, puedes añadir un poco más de Maizena (el ingrediente principal que espesa aquí, es la Maizena, no el huevo).