Antonio Echeverría Bianchi.

Mayabeque, Cuba: “Pueblo de Cuba, en estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista. En su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarle cuentas”…

Se interrumpía con su voz la transmisión de la emisora Radio Reloj, José Antonio Echeverría Bianchi tenía los micrófonos y le hablaba al país. Era el 13 de marzo de 1957.

Aquel joven de casi 25 años, promesa de futuro amplio, se hacía eco de las acciones que tiempo atrás había planificado junto a los revolucionarios de la lucha estudiantil. El objetivo era tomar el Palacio Presidencial y ajusticiar al tirano.

Precisamente, contra Batista, Evheverría se había alzado desde su puesto de estudiante, y estaba en marchas y en actos de rebeldía de los jóvenes martianos. Se sabía del heroísmo del muchachito que fuera presidente dela Federación Estudiantil Universitaria entre 1954 y 1957, además de fundador del Directorio Revolucionario.

Antes de aquel 13 de marzo, su historia ya era de contar, de tener en cuenta al hablarse de hechos que apostaran por la libertad en Cuba, como en agosto de 1956 cuando firmó nada más y nada menos, junto a Fidel, la Carta de México, país al que viajó en busca de los luchadores cubanos, y cuyo documento patentizaba la unión entre el Movimiento Revolucionario 26 de julio y la FEU.

 Pero aquel día trece no fue de firmas ni alianzas, ni planes, fue de acción y bravura, esa que se le desbordaba cuando de lo justo se trataba. Entonces salió de la emisora y fue a donde había comenzado su causa, la Universidad de La Habana, el auto en que se trasladaba fue interceptado por esbirros que no dudaron en arrebatarle la vida, los sueños.

 José Antonio Echeverría era apenas una flor de vida, sus ideales firmes y certeros le costaron la vida, su vocación por la verdad, su amor a la Patria y el sendero escogido lo situaron a la altura del recuerdo permanente. Sin embargo, aquellas aspiraciones de justicias y derechos fueron logradas por hombres valientes como él, la Revolución de muchos triunfó y triunfaron con ella las pasiones de los jóvenes que lo multiplican, y que ahora pasan felices cargados de libros rumbo al Alma Máter, donde murió un hombre y nació un héroe hace 64 años. (adm)

Maria Amalia Pérez

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