Conmueve el homenaje de nuestros jóvenes a Fidel a quien su viaje hacia la eternidad les impidió conocerlo físicamente, esta es la muestra sin duda alguna de las raíces tan hondas y tan sólidas que su recuerdo y su impronta tiene en los más jóvenes.
Todo esto a pesar de que no tuvieron la oportunidad de verlo dirigiendo los destinos de la patria, que no recuerdan sus memorables discursos en aquella plaza animada por un mar de cubanos, que no lo vieron bajo la lluvia, los vientos huracanados en los campos, en las fábricas, recorriendo escuelas.
Pero la presencia de Fidel, su magnetismo, el aura mágica que distingue los lugares en los que estuvo, en las cosas que soñó son una realidad que disfrutamos en especial ellos, a quienes su legado les llega además en la voz del maestro, del padre, del abuelo, de las anécdotas de su valor, de su intransigencia con el imperialismo, de su delicadeza con las damas, del amor por los niños y la confianza en los jóvenes.
Ellos, la nueva generación a la que le toca caminar sola pero con la guía de su ejemplo, gracias a su impronta y a su magisterio serán sus dignos herederos y podrán escribir otra parte también muy importante de nuestra historia, la de la continuidad de todos y cada uno de sus sueños, hermosas utopías que enamoran e impulsan a continuar el camino labrado por él. (BSH)