La escasez es la principal causa pero no justifica en lo más mínimo la venta ilícita de medicamentos, un problema de larga data, ahora con la agravante de realizarse en medio de una pandemia que tensa las cuerdas de la economía cubana, sofocada además por las presiones del bloqueo estadounidense y aunque algunos tilden este tema de disco rayado no puede obviarse.
Esa política hostil ahora mismo pone a prueba la capacidad del sistema de salud cubano por luchar en defensa de la vida del pueblo en medio de tan complejo escenario epidemiológico, marcado ya sabemos por carencias y dificultades pero también por la entrega y el humanismo de los profesionales del sector de la medicina.
Lucrar, sacar provecho de la enfermedad, de la desesperación que implica tener en casa o en el hospital a un enfermo y que no aparezca el medicamento idóneo es abusivo e indignante pero sobre todo, inaceptable.
No es secreto que la falta de materias primas ha limitado la producción de alimentos en el país como la de muchos otros renglones por la situación económica desfavorable, porque realmente los menguados recursos disponibles se dedican con prioridad al enfrentamiento de la pandemia de Covid-19 para lo cual ningún país estaba preparado.
Entonces frente al colosal esfuerzo del estado y el apoyo de la mayoría de la población que trabaja duro para salir adelante, es reprochable la actitud de quienes especulan con la salud y el dolor ajeno.
Revendedores que se presentan como salvadores, cuando en realidad son personas insensibles e inhumanas, que le ponen precio y bien altos a su ayuda y si no, revisemos las redes sociales.
La cruzada contra acaparadores y revendedores no puede ser coyuntural en Cuba, sino sistemática y enérgica, más ahora cuando se ha disparado a la sombra de las conocidas carencias y limitaciones.
En el caso puntual de la venta ilícita de medicamentos se agrava por la complicidad y el hacerse de la vista gorda de quienes tienen el control directo sobre los recursos del Estado, de donde se nutren estos malhechores.
Las carencias hasta de lo básico son hoy una realidad en Cuba, pero el esfuerzo colectivo apuesta por resistir y trabajar con honradez, que prolifere el humanismo y la solidaridad y a los revendedores tolerancia e impunidad cero.