La historia más reciente de la patria reserva un lugar muy especial a un hombre que el 11 de septiembre de 2009 se despidió con hasta siempre, como solo suelen hacerlo aquellos que la justeza de su lucha y de sus desvelos ha estado dedicadas a los más humildes y necesitados al pueblo.
Ese día emprendía su derrotero hacia la eternidad, Juan Almeida Bosque, quien con su sonrisa y su sempiterno sentido del humor, sobrevolaba su aguerrido Santiago, para sumar al protagonismo de tiempo de cambio a todo un país.
Más allá de la huella de lo que fuera como soldado, de su título honorífico de la República de Cuba y la Orden Máximo Gómez de Primer Grado.
Su música, forma parte de su huella más indeleble, en especial la Lupe, una suerte de himno en tan particulares circunstancias.
Si alguna vez lloramos tu partida, hoy sabemos que estás entre nosotros más allá del tercer frente oriental. Entre las palmas reales custodiadas por la llama eterna, aún comandas.
Allí late tu corazón guerrillero entre montañas irredentas, entre los que te recuerdan por el respeto ganado a base de profundas convicciones.
Vives en la casi misma sonrisa de tu hijo Juan Guillermo y en las musas, que al marchar a otra dimensión emigraron a su alma de poeta.
A 12 años de tu partida estás en el corazón del pueblo cubano, el que te visualiza en el presente y futuro. (BSH)