Fidel sigue desafiando al tiempo, irreverente y firme porque su mérito es estar vivo.
Desde hace cinco años emprendió camino hacia otra dimensión consciente de que su paso por la vida es inolvidable. Convencido de la fortaleza de su obra mayor, la Revolución Cubana y de la grandeza del pueblo que la construye día a día.
Fidel es ese paradigma de revolucionario que alienta e inspira a todos los hombres de bien que aman la libertad y la justicia.
La inscripción de Cuba en el mapa político mundial, siendo una pequeña isla del Caribe, es obra de Fidel, quien forjó un pueblo en resistencia de profundas raíces patrióticas.
Fidel creyó y luchó sin descanso por un mundo mejor y en esa lucha de ideas, convicciones y principios se convirtió en la voz de los más humildes y olvidados del planeta.
Un lustro ha pasado desde aquel 25 de noviembre de 2016 en que la noticia de la partida del líder de la Revolución conmocionó al mundo.
En Cuba la decisión de ser leal y fiel a su legado se tradujo en compromiso de un pueblo heroico que aprendió desde ese mismo día a vivir sin él pero con él en el corazón.
Han sido años difíciles, de retos y desafíos para la patria, en los que el legado de Fidel nos acompaña e ilumina. Reconforta comprobar que Cuba vive y renace, que se recupera de la pandemia y va retomando la vida económica y social.
Ahí está la impronta de Fidel y su luz, alumbrando el camino hacia un futuro mejor.
Hace cinco años el pueblo se volcó a las calles para honrar a su líder y sellar el compromiso con la continuidad de sus ideales.
Cuando se dice Cuba se dice patria, dignidad, soberanía, se dice sencillamente: Fidel. (BSH)