Cuando en comunión divina, la vida convive con la muerte, es que nacen los héroes, tendiendo puentes entre los hombres y sus   compromisos más ingentes, los que establecen con la patria que precisa de los sacrificios de todos sus hijos.

Como muestra de ello así quedarían para la historia en abrazo eterno  el Lugarteniente General Antonio Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro.

Así los encontrarían, juntos, casi en un abrazo último y definitivo en la sencilla fosa donde fueron enterrados  en el lugar de la caída en combate, algo que ni la muerte pudo cambiar, símbolo mismo de aquel cariño especial  de Maceo por su “Amigo Pancho”, a quien amaba  como a un sobrino y por el que sintió una alegría inmensa cuando lo reconoció entre los expedicionarios  del vapor  Three Friends.

Parafraseando a Eduardo Galeano, la historia está hecha de pequeños  trocitos  que el tiempo se encarga de desvanecer. Después llegan los grandes relatos, donde esos diminutos pedazos hechos de carne, pasión y lágrimas se lanzan al fondo de los acontecimientos.

Es ahí como en las piedras, en los espacios íntimos, en la vida de cada persona, que hablan por sí solos, donde duerme la memoria que se proyecta con una vigencia extraordinaria  en el presente que nos toca vivir.

Ahí están las proezas de guerra de nuestros combatientes internacionalistas, de los valientes jóvenes que defienden la frontera, en cada hombre y mujer de este pueblo que afinca los pies en la tierra  sufrida, que soporta los embates del enemigo externo apoyado por sus malos hijos, que como un David inmenso se enfrenta  a la colosal amenaza y vence, a fuerza de ese  intransigente patriotismo, legado por el Titán de Bronce.

Al morir el 7 de diciembre al lado de Antonio Maceo, Panchito tenía 20 años. Su cuerpo y el del Lugarteniente General fueron recuperados por una tropa  dirigida por el coronel Juan Delgado, en una acción casi suicida.

No se trataba solo se rescatar dos cuerpos sin vida, era impedir la afrenta a los valores más puros y sagrados de quienes, jóvenes como Panchito o combatientes consagrados como Maceo lo entregaron todo por la patria, sin ceder ni un tantico así, si de la soberanía de la Patria se trataba. (BSH)

Olga Lidia Gómez Ramos

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