Los cubanos tenemos muchas razones para festejar y cantar.

Cuando apenas faltan unas horas para decirle adiós al 2018, las familias de Mayabeque se preparan para seguir nuestras más auténticas tradiciones familiares en esta época del año.

Es por eso que cada 31 de diciembre el pueblo recibe el venidero calendario y festeja de igual forma un aniversario más del triunfo de la Revolución Cubana. Ya son 60 eneros, cifra que ha vencido los malos augurios, los desplantes de los enemigos, el remordimiento de aquellos que quieren desaparecernos y no pueden. La resistencia de quienes vivimos en este archipiélago es un arma letal e indescifrable para ellos.

Por eso vengan los rituales que llenan de color y alegría cada uno de los hogares y vecindarios, desde el famoso cubo de agua para espantar la mala suerte, elegir con claro propósito el color de nuestra ropa interior, quemar un muñeco como despedida del año que se va, el siempre alegre paseo con la maleta por la cuadra, hasta saludar a nuestros vecinos justo a la medianoche para darles un abrazo y nuestras felicitaciones.

En Cuba un fin de año no está completo sin la cena criolla: el cerdo, el congrí, la yuca con mojo, la ensalada mixta, la cerveza o el ron, o ambas…todo un ritual gastronómico-tradicional que distingue las fiestas en los hogares.

Sin embargo, cada uno de nosotros sabemos que lo más importante de tan significativa fecha es la suerte de poder reunir a toda la familia con los mayores deseos de salud, amor y unidad para los próximos 12 meses.

Y todos, sonreír, intercambiar, rememorar lo bueno y lo malo, lo que tenemos y lo que nos falta, pero sobre todo los invito a cantar, sí, a cantar aunque dentro y fuera de este Caimán caribeño existan personas incapaces de entender por qué en medio de tantas dificultades, cantamos. (adm)

Andy Duardo Martin

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