Bajos riesgos, pocas incertidumbres y alentadores resultados en la fase preclínica, esas son las virtudes que asoman en el rostro de esa niña recién nacida y bien amada que es el candidato vacunal de Cuba contra el nuevo coronavirus, Soberana 01.

En los primeros seres humanos que la probaron, el director del Instituto Finlay de Vacunas (IFV), Dr. Vicente Vérez Bencomo y los doctores en ciencias y también directivos de esa institución, Yury Valdés y Dagmar García se evidenció una alta respuesta inmune, lo cual es, sin dudas, un buen augurio.

Soberana lleva el componente vacunal usado para otras enfermedades, como la meningitis meningocócica, y Cuba tiene capacidad para producir millones de dosis para el país, incluso para la exportación cuando concluyan las fases de ensayo clínico.

Pero crear y validar una vacuna no es coser y cantar.

Aunque, en tiempo récord, (apenas tres meses), los científicos cubanos concibieron este inmunógeno, construir una vacuna puede tardar hasta diez años.

En este caso se logró increíblemente, antes de lo imaginado.

Es que se trabajó con prudencia, mesura y sin alardes. Esos fueron los códigos inviolables en una labor que desafió lo humano en cada persona entregada a la tarea.

Supongo que los laboratorios se convirtieron en las casas de los científicos quienes, de seguro, hace mucho dejaron de vivir sus vidas para brindarle a Cuba una nueva esperanza, un Sol, todavía rosáceo afincado en el horizonte como el anuncio de algo que llamarse soberanía tecnológica, pero en esencia es también libertad y vida para nuestra gente.

Arribar a este puerto costó desafiar muchas tormentas en esta nave cubanísima, cuya fortaleza radica en sus capacidades científicas, tecnológicas y productivas, ideadas por Fidel hace décadas.

Anclar en este primer destino es un triunfo de esa suerte de tripulación excepcional de hombres y mujeres sin párpados, sin descanso, pero con mucho amor en el corazón.

¿Cantamos victoria?….Un momento, mucho ojo, como advierten los científicos y el propio presidente Díaz-Canel:

“El camino es largo, de meses, de riesgos en el ensayo Clínico en cada una de sus fases y, por lo tanto, hay que exigir más responsabilidad para evitar nuevos rebrotes.”

Queda todavía mucho por hacer. Esta es una prueba como el decatlón, ganamos tan sólo el primer desafío en un camino que no es corto ni fácil, pero posible de vencer porque, por sobre todas las cosas, sobra talento y fe absoluta en el poder de la ciencia cubana. (LHS)

Marlene Caboverde

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