Mayabeque, Cuba: Algunas emociones no pueden controlarse ni minimizarse, más aún si son provocadas por la materialización de un gran deseo. Corría el mes de diciembre y motivada a buscar información sobre algún periodista, me acerqué a Félix Milián Milián, conocido por su excelente trabajo como profesional.
A Félix, de niña siempre lo veía por las calles acompañado sólo de su esposa y su bastón, el cual le servía para despojar su camino de algunas barreras, pues su visión hace años es nula, la de los ojos, porque la de la mente, el alma y el corazón, es más efectiva que la de cualquier persona vidente. Debido a su sencillez jamás imaginé su grandeza.
Ese día, fue todo un reto para mi, a solo dos meses de comenzar a hacer radio, entrevistar a uno de los más destacados en el medio. Desde que entré a su hogar, Félix comenzó a analizarme y finalmente pasé de entrevistar a ser entrevistada.
Aproveché una de mis respuestas para hacer mi primera pregunta y sí hacer realidad el objetivo de la visita. Intenté indagar en sus comienzos como periodista y cada palabra que brotaba de sus labios fue pura historia, de las buenas historias. Me conmovió tanto que apenas tomé nota de sus respuestas y las partes más significativas de sus relatos no quedaron almacenadas en el grabador.
Me habló de su niñez, de que no era ciego, de cómo sus ojos dejaron de apreciar la luz del día en una simple fila para comprar en un mercado y de cómo su madre se dedicó fiel y amorosamente a enseñarle sus primeras escrituras en el sistema braille.
En ese minuto, como de la nada, se levantó y caminó por su hogar confiado, pues sus piernas ya conocen de memoria el camino. Regresó con algo hermoso en sus manos, algo que vi por vez primera, su máquina de escribir en braille, su regleta y unas hojas. Mi corazón aceleró el ritmo y él me dijo, te voy a mostrar cómo redacto mis notas.
Ese sonido jamás lo olvidaré, la forma de sus dedos, encorvados tras adoptar tantos años la misma posición para escribir, y su voz preguntando mi nombre completo para grabarlo en una hoja de papel que me obsequió y guardó como uno de mis más grandes tesoros.
Félix fue el primer periodista ciego graduado en Cuba, y uno de los primeros en Latinoámerica, ha recorrido todas las provincias de nuestro país y parte del mundo, tuvo un amor, su compañera de vida y de batallas, tiene dos hijos y tres nietos, ha sido un hombre feliz y pleno, colmado de recuerdos y vivencias espectaculares.
Es admirado y respetado por quienes le conocen, aquellos que no han tenido esa enorme dicha, también reconocen su historia. Hoy, los años y una enfermedad afectan un poco su coherencia, pero su pasado está intacto en su mente y es increíble ver cómo continúa activo enviando informaciones para la Agencia Cubana de Noticias, participando en eventos y reuniones importantes.
Uno de los momentos más emotivos e importantes de toda mi carrera ha sido conocer a Félix Milián Milián. Hoy en ocasión del Día Internacional de la Radio, me pareció oportuno presentarle a este periodista de Bejucal, en la provincia de Mayabeque.
Félix es sinónimo de voluntad, de entrega, ama lo que hace y a ello vive aferrado. Él supo encontrar la luz en medio de las sombras que un mal día nublaron su vida. Hablo de una luz diferente, la que se acumula con la experiencia y se ofrece con el alma. (adm)
Nathalie Martínez Camps
Periodista en Radio Mayabeque
