El sol del 24 de febrero.

Mayabeque, Cuba: El hecho reaparece cada año como un sol nuevo en el horizonte de la Patria, porque cuando es 24 de febrero el cielo canta la historia hermosa de Martí, Gómez y Maceo y de la libertad de Cuba.

Esa fue la fecha subrayada en el plan de los revolucionarios que secundaron a Martí en la idea de una guerra útil y necesaria para liberar a la isla en 1895, aunque llegado el día, que se conoce también como Grito de Baire, ninguno de los tres líderes estaba en suelo cubano.

¿Qué había sucedido? La expedición organizada en secreto por el Delegado del Partido Revolucionario Cubano, José Martí, fue descubierta.

Eran tres barcos: Amadis, Lagonda y Baracoa que partirían del puerto Ferandina, supuestamente con trabajadores que irían a Centroamérica a capacitarse en determinados cultivos, pero ocultos llevaban entre los útiles agrícolas, cajas de armas y municiones.

Una de las embarcaciones recogería en el puerto de La Florida a Serafín Sánchez, Roloff y sus hombres, la otra iría a Costa Rica en busca del grupo liderado por Maceo y Flor Crombet, mientras la tercera recogería a Gómez y Paquito Borrero en Santo Domingo.

Organizar la expedición costó más de 58 mil pesos entregados por los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso y le tomó a Martí tres años de trabajo.

Descubierto el plan y puesto sobreaviso el gobierno español, Martí, pese a tener rota el alma persistió en su idea, mientras Gómez escribió a Maceo: “no nos queda otro camino que salir por donde se pueda y como quiera.”

Los obreros de las tabaquerías admirados por el golpe que Martí les iba a dar a los españoles ofrecieron más dinero a la causa. A Maceo le hicieron llegar dos mil pesos para el regreso, mientras Martí y Gómez compraron un bote en la isla Inagua, en Las Bahamas.

El capitán de un barco de carga alemán El Norstrand, a cambio de mil pesos y el secreto más absoluto izó el bote y accedió llevarlos hasta las proximidades de las costas cubanas.

En la noche del once de abril la barca cae al agua y sobre él, Martí y los cinco hombres a los que él llamó “la mano de valientes”: Máximo Gómez, Paquito Borrero, Ángel Guerra, César Salas y el negro dominicano Marcos Rosario.

El oleaje intenso, el bote a punto de volcarse, la furia del agua arranca el timón y un rato después asoma en el cielo, la luna que apacigua al mar.

Gracias a un niño campesino, Secundino, quien además les sirve de guía, reciben provisiones de un antiguo jefe mambí que vivía en la zona, para después iniciar una marcha por los montes y las lomas de Baracoa hasta el 25 de abril, fecha en que al fin encuentran el campamento de José Maceo.

Ya Antonio Maceo estaba en la isla, ya se combatía en muchos puntos del territorio oriental. La guerra de Martí, esa que no era tan hermosa, pero sí necesaria incendiaría la isla de una punta a la otra y todavía hasta hoy sus muchas epopeyas emocionan y convidan a defender la Patria que es, por sobre todas las cosas, y como dijo el Maestro: Humanidad. (YDG)

Marlene Caboverde

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