Mayabeque, Cuba: Eusebio Leal fue un enamorado, un cubano digno y un habanero excepcional. Admirador de lo bello, no podía hacer más que soñarlo, crearlo, defenderlo y cuidarlo.
Por eso le dio a la capital sus mayores esfuerzos y los mejores frutos. Conocedor de la historia, fue en busca de ella, la trajo a nosotros y nos dio motivos a diario para preservarla y comprenderla.
Su oficina, la de Historiador de la Ciudad, un contraste perfecto de juventudes y experiencias, fue y es el taller donde se construye La Habana que queremos, en lo social, en lo cultural, en lo clásico y lo contemporáneo.
Quienes tuvieron el placer de conocerlo, quedaron embelesados, aquella palabra bien dicha, al tono exacto y con la dirección precisa para entrar al alma y no salir más, lo convertían en un orador por excelencia, un recuerdo mágico para la gente.
Su verdad fue espléndida, su objetivo, hacer y dejar. Durante la reapertura del Castillo de Atarés, en 2019, Eusebio dijo: “(…)es que vengo caminando hace mucho tiempo, hace muchas décadas, hace muchos siglos, el verdadero misterio es que yo viví hace siglos en otros cuerpos y estuve aquí cuando se construyó el castillo. Muchas gracias. (YDG)
