En fecha tan temprana como 1960, apenas un año después del triunfo de la Revolución se anunciaba la gratuidad de los servicios de salud para todos los cubanos.
Así comenzaba a erradicarse uno de los males expuestos por Fidel en su alegato conocido como La Historia me Absolverá en el juicio del Moncada: Las precarias condiciones sanitarias y la falta de acceso a los servicios de salud de gran parte de la población.
Es impresionante el desarrollo alcanzado por la Salud Pública Cubana, bajo la premisa de la gratuidad y el alto nivel científico.
Ante la crisis sanitaria que vive el mundo, la medicina cubana se levanta como un ejemplo y paradigma de humanismo, solidaridad y hermandad.
El enfrentamiento a la Covid-19 en la mayor de las Antillas ha sido una prueba irrefutable de la calidad de los servicios de salud y de la organización del sistema nacional sanitario en función del bienestar del pueblo.
Fidel, líder de la Revolución Cubana, definió prioridades en la construcción de un país mejor. La educación y la salud constituyen dos grandes conquistas del proyecto socialista cubano.
Su visión estratégica permitió forjar un pueblo culto, con conciencia revolucionaria y lleno de patriotas.
En 1960, la Revolución Cubana iniciaba el camino en pos de una medicina moderna, profesional y humanista al alcance de todos.
Sesenta años después los logros de la salud pública constituyen una hazaña y marcan el compromiso de sus profesionales.
La prueba la tenemos a diario en estos momentos de retos y desafíos impuestos por la Covid-19. (BSH)