La huelga general revolucionaria, convocada el 9 de abril de 1958 y reprimida sangrientamente por la dictadura batistiana, conserva un halo heroico imperecedero más de 60 años después, en la historia y la memoria de los cubanos.
El fracaso de la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril de 1958, decretada por el M-26-7 en el llano, fue uno de los sucesos más dolorosos de la última etapa de lucha del pueblo cubano por su liberación y cobró en todo el país más de un centenar de víctimas; en su mayoría jóvenes deseosos de dar a su Patria la libertad.
Sin embargo, como afirmara el Comandante en Jefe Fidel Castro al valorar los acontecimientos, el fracaso contribuyó a acelerar el triunfo que llegaría apenas 8 meses después, el 1ro de enero de 1959, pues, además del ejemplo que dejaran tantas manifestaciones de heroísmo, sirvió de experiencias para enrumbar mejor la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y unificar el mando revolucionario, bajo la acertada conducción de Fidel.
Fue una lección bien dura de la importancia de la unidad revolucionaria, aprendida a costa de la sangre derramada de lo mejor de la juventud cubana de entonces; mas constituyó un hito en nuestra historia y momento de reflexión y diálogo entre los revolucionarios.
La lección del 9 de abril sirvió para erradicar los errores de apreciación y de subvaloración de la capacidad que aún disponía el dictador Fulgencio Batista.
A partir de entonces sería una única dirección revolucionaria, liderada por Fidel Castro, como Comandante en Jefe, y otra la estrategia en la lucha clandestina en las ciudades. Como en otras ocasiones de nuestra Historia, el revés sería convertido en victoria. (adm)