El carcinoma basocelular (CBC) y otros tipos de lesiones malignas de la piel son consecuencia, muchas veces, de la exposición prolongada a los rayos ultravioletas (UV) del sol, y así lo corrobora la ciencia.

Tres escudos protectores reducen los daños que ese tipo de radiación provoca a la salud humana: la piel, la capa de ozono y la propia conciencia individual.

Tras años de esfuerzos, la capa de ozono de la estratosfera, encargada de absorber parte de la radiación ultravioleta, se recupera paulatinamente de los desgastes que la actividad humana ocasionó en su estructura.

Pero, ¿qué ha pasado con la piel? Resulta, que mientras se revertía el perjuicio a esa capa de gases, el cáncer de piel ha escalado rápidamente hacia la cúspide de la pirámide de los tumores malignos, y hoy es la neoplasia más frecuente en el mundo.

Según los expertos, el principal factor de riesgo de padecer la enfermedad es el haberse expuesto de manera inadecuada y durante largos periodos de tiempo a los rayos UV.

“La piel tiene memoria”, enfatiza la Dermatóloga de Jaruco, Ladealín Morales Caraballo, y advierte que los daños se acumulan y afloran al paso de los años, apareciendo incluso, en la juventud.

Mientras se avanza con éxito en la conservación de la capa de ozono con medidas y proyectos que reducen su contaminación y deterioro, todavía al ser humano le falta ganar conciencia sobre el peligro que entrañan los rayos UV para la salud de la piel.

En tanto, los especialistas tienen bastante trabajo y continúan enfrentando los diferentes tipos de carcinomas y el temido melanoma que, en ocasiones, puede derivar en la muerte.

Entonces, continuemos cuidando mucho y bien a la capa de ozono, ese bien natural que disminuye la radiación ultravioleta, pero protejamos también la piel, que es, definitivamente, nuestro mejor resguardo frente a la enfermedad, lo aconseja la Dra. Ladealyn. (LHS)

Marlene Caboverde

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